Elizabeth Costello es una reconocida novelista australiana cuya dilatada vida se nos revela a través de una ingeniosa serie de ocho conferencias. Desde el discurso de aceptación de un premio en una facultad de letras de Nueva Inglaterra y una conferencia sobre el mal celebrada en Amsterdam, hasta una lectura del poeta Robert Duncan plena de alusiones sexuales, Coetzee conduce al lector inexorablemente hacia un final que, como es habitual en este autor, nos impulsa a la reflexión más profunda. Fruto de una imaginación vívida y escrita en una prosa certera, Elizabeth Costello es, en apariencia, la historia de una mujer en su faceta de madre, hermana, amante y escritora. Pero es también una incisiva y cautivadora meditación sobre la esencia de narrar historias, y una defensa de la necesidad de ponerse en lugar del otro para comprender que la humanidad es única. Solo un escritor de la talla de Coetzee puede llevar a cabo dicha tarea.
Coetzee juega entre los límites de la novela y el ensayo. Supera
(quién sabe si de fondo se trata también de una gran
parodia) aquella concepción tradicional, utilitaria y algo
inocentona de la novela que supone que la ficción "sirve
para tratar" grandes problemas o espesos dilemas éticos.
Coetzee no escribe aquí una historia para aludir a un tema,
sino que lisa y llanamente lo instala como problema con todos los
argumentos que existen, a favor y en contra, como si de fondo intentará
rescatar para el ejercicio intelectual el viejo diálogo socrático,
fundador del pensamiento occidental. Y ojo, que para los griegos y
para las humanidades, Elizabeth Costello también tiene una
muy contundente defensa.
Con todo, Elizabeth Costello es una novela ambiciosa, que funciona también como una ácida parodia al mundo académico, y su autor no es otro que uno de los narradores mejor dotados en el panorama de las letras mundiales
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